El camino del sentimiento II parte

En ese momento, surge un silencio tenso, pues era algo doloroso para el anciano, que se sumió en una gran tristeza.
-Está bien hijo mío, si es lo mejor para ti me parece bien, es lo que deseo que formes una familia junto a tu prometida, y tengas una vida próspera.
El abatido padre, dio las buenas noches a su hijo y se fue hacia su cama con pasos lentos pero firmes, a pesar del momento.
Mientras el hijo se quedo un rato mas, sentado y pensando en las palabras tan compresivas, de su padre, aun sabiendo donde lo llevaría por la mañana.
El joven cansado después del duro día de trabajo, decide irse también a la cama. Segúramente ninguno de los dos, dormiría bien por la triste despedida que les aguardaba al día siguiente.
Después de la noche y el desvelo, empezó a verse la claridad en el horizonte. El anciano se levantó, pensando en el triste día que le espera. Asomándose ala ventana de su habitación; ve los campos, y olivos, el paisaje que siempre a formado parte de su vida.
Con lágrimas en los ojos, comenzó a recoger sus escasas pertenencias y las fue metiendo poco a poco en una pequeña mochila. El hijo levantado también, desde las primeras claras del día, a encendido la lumbre, pues la mañana es fría, igual de fría que la situación entre ambos.
Preparando el desayuno, el anciano padre saluda al joven hijo, mientras este pone las tazas de leche y unos cuantos bollos en un plato, sobre la mesa de madera, junto ala chimenea.
-Buenos días hijo, he recogido mis cosas y las he metido en mi mochila.
-buenos días padre, no te preocupes yo llevaré el resto de tus cosas-le dijo el joven campesino, con mirada y tono de culpa.
-No es necesario, llevo todo lo que necesito. No se dijeron nada mas en un rato, cualquier palabra en esa situación, sólo causaba tristeza. Después de prepararse para andar el kilómetro y medio de camino hacia el pueblo, ambos salen a la calle. El frío se nota y las nubes entrecortadas no amenazaban lluvia. El viejo hombre, con su mejor chaqueta y su
gorra de pana marrón, sostiene su bastón con firmeza, mientras mira con pena, el camino que lo separará de lo que hasta ahora había sido su vida . Mientras, el hijo cierra la puerta y se cuelga la mochila del padre.

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